Barcelona se posiciona como una de las ciudades pioneras en España al ofrecer un innovador sistema de bicitaxis capaz de transportar a dos personas por toda la urbe o realizar recorridos guiados por sus lugares más emblemáticos.
Este revolucionario invento, conocido como Trixi, ya opera en diversas ciudades europeas como Ámsterdam, Berlín, Londres y Copenhague, e incluso ha trascendido fronteras continentales. La iniciativa permite disfrutar de un viaje tranquilo y sin ruido por los rincones más destacados de la capital catalana, con la ventaja de poder acceder a todo tipo de vías, tanto peatonales como de tráfico rodado.
El Trixi homologado en España incorpora un pequeño motor eléctrico de 250W que no reemplaza la acción del pedaleo, sino que asiste en momentos específicos como el arranque o al enfrentar pendientes. La activación de este motor es una decisión que recae en el conductor, permitiendo así una conducción tanto asistida como manual. Además, el vehículo cuenta con un sistema que se desconecta automáticamente al alcanzar los 11 km/h, entendiendo que a esa velocidad no se requerirá asistencia adicional.
Cada Trixi tiene una capacidad máxima para tres ocupantes: el conductor y dos pasajeros. También está equipado con luces de posición delanteras y traseras, así como intermitentes traseros, lo que garantiza su visibilidad durante la noche.
Para aquellos interesados en probar esta novedosa forma de transporte al visitar Barcelona, la parada principal de Trixis se encuentra cerca de la Catedral. Además, si se encuentra uno vacío en la calle, se le puede detener al igual que a un taxi convencional. El sistema Trixi también ha sido implementado en otras ciudades españolas como Sevilla, San Sebastián, Ibiza y Málaga, y se espera que más capitales se sumen próximamente a esta tendencia.
Sin embargo, Madrid se mantiene al margen de esta iniciativa. El Ayuntamiento de la capital española no considera este servicio como necesario y ha rechazado otorgar los permisos correspondientes. De hecho, Madrid se destaca como una de las capitales europeas menos preparadas para la introducción masiva de bicicletas, a pesar de ser el transporte más ecológico.